Causa, tienes pinta para ser karateka... (mi primer dia en la universidad) / Chapter 3

Los prófugos, al verse sorprendidos por el vicerrector, volvieron a sus asientos refunfuñando entre dientes. Yo, mientras tanto, me entretenía con el crucigrama del suplemento Q. Nobel de medicina en 1905.... Ni idea; Luca ¿sabes de un río italiano que tenga cuatro letras?... no pero se que esta figura de acá es del edificio McGregor. Estábamos en esas cavilaciones cuando un equipo de personal “logístico” (termino del cual no tengo la menor idea de su significado) apareció en el escenario y empezó a quitar la mesa, los estandartes, las sillas y demás mobiliario visible a los ojos del publico. Es entonces cuando el vicerrector (si, el mismo que mando de regreso a los prófugos) anuncio que estaba por venir aquello que todos estábamos esperando.
Era difícil aparentar la cara de atroz aburrimiento que teníamos, en ese momento, todos los cachimbos (pero nada comparado con la de las clases de Ciencias Experimentales). Me atrevería a decir que si no hubiera sido por lo que narrare a continuación, el auditorio completo hubiera explotado en pifias, abucheamientos y uno que otro improperio. Quizá el anciano se dio cuenta de nuestras intenciones, porque se apresuro a concluir presentando a Claudia Portocarrero (Sor Rita) y a Saskia Bernaola (Sor Bete)
Las dos hicieron su aparición en medio de vítores y ovaciones, mientras una melodía con ritmo de reggaeton (¿se puede llamar melodía a esa estupidez?) retumbo en todos los rincones del Polideportivo. Ambas empezaron a bailar parodiando excelentemente los ademanes de los (dizque) cantantes de reggaeton que estamos acostumbrados (lamentablemente) a escuchar diariamente. Debo admitir que no hubo un solo momento en el cual no dejara de reírme. El tono cachaciento y mordaz de sus intervenciones “prendieron” en cierta forma tanto a los cachimbos como a las autoridades de la universidad.
Luego de un momento hizo su aparición el capitán coyote (del cual no recuerdo su nombre), quien junto con Saskia y Katia bajaron hacia el público en pos de un cachimbo a quien “tomarle el pelo”. Confieso que en ese momento me desvanecí (literalmente hablando) a tal punto de ser casi imperceptible a la vista de los tres clauns (Lo se, lo se, admito que soy algo tímido), y en efecto, ellos pasaron por mi lado y ni cuenta se dieron de mi presencia. Sin embargo, esto no impidió que pillaran a un chico que al parecer se aprestaba a fugar lo mas caleta y rápidamente posible, pero como es obvio no lo logro.
Ya en manos de los tres clauns, el incauto fue posicionado en el centro del escenario y detrás de el, sentado en una silla, el capitán coyote deslizo sus brazos entre los del cachimbo (no piensen mal) haciendo que pareciera que sus brazos eran los de la “victima”. Patricia y Saskia bajaron de nuevo y sentándose en el suelo frente a la victima procedieron al interrogatorio. Pero lo gracioso no eran las preguntas, sino los ademanes que hacia el capitán coyote con sus extremidades (haciendo parecer al pobre cachimbo como un fumon, marica o un promiscuo “jugador”).
Cuando todo hubo terminado los cachimbos nos dispusimos a abandonar el coliseo. Eran las 11:00 a.m. y las clases empezaban recién a mediodía. Revisaba mi horario cuando de pronto dos tipos vestidos de blanco y con cinturón negro se acercaron a donde estábamos un grupo de amigos y yo, caminando por el Tontodromo y sacando un gran cúmulo de algo que parecían ser volantes me dijeron: “Toma causa, que tu tienes pinta para ser karateka.” La verdad es que no se como hice para contener las ganas de tirarme al suelo y orinarme de risa, pero solo atine a responder “¿Si, de verdad? Los tipos se rieron mientras yo seguí mi camino hacia ningún lugar. Erré por el inmenso campus durante una hora completa y luego me dirije al pabellón de Estudios Generales Letras para mi primera clase de Matemáticas Básicas (no pude haber comenzado “mejor”), mientras tarareaba “estar en la universidad es una cosa de locos...”