domingo, 9 de noviembre de 2008

Betrayal buttefly (parte 11)




“perdón por saber que tu vida
solo esta llena de falsedad e hipocresía”
Los pasteles verdes

El año se acababa. Uno tras otro, los meses pasaron casi sin darnos cuenta. Los profesores nos sacaban en cara lo poco que faltaba para el adiós definitivo, dejar el colegio y emprender un camino solos, un rumbo completamente diferente al de las personas con las que habíamos convivido durante esos fugaces once años. Pues en mi caso, de esos once años solo nueve de ellos son los que recuerdo con mayor añoranza y nostalgia ya que en los tres últimos me dedique a perder el tiempo (no hay otra forma de decirlo) en una historia de desamor que cual cruel huracán se encargo de devastar mi ya precaria geografía emocional (la muerte de mi abuelo materno en marzo del 2006 es algo de lo que nunca lograre reponerme).
La mariposa traicionera continuaba consolidando su relación con Mister G mientras yo iba asimilando la idea de una inminente Hiroshima emocional. Las continuas referencias que hacia de el estaban empezando a acabar con mi aparente inagotable paciencia. Reprimía mi ira ante las continuas insinuaciones de Mister G hacia la mariposa traicionera quizá queriendo no darles la oportunidad de verme afectado y vejado. Me comí mis ansias homicidas, mi instinto asesino, cuando el indeseable le llevo un ramo de rosas y una caja de chocolates por su cumpleaños y tuvo la conchudez de entregárselos justo en frente mio, mientras ella actuaba con total naturalidad. Me mordía la lengua cuando ella me comentaba entre cínicas risas que ella lo llamaba “muñecon” y él, “princesa”.
No, no les iba a dar el gusto de verme explotar, estaba decidido a comerme mi orgullo adolescente (herencia de mis antepasados arequipeños) para evitar protagonizar un escándalo en medio del patio central, matando a golpes al sinvergüenza hasta que ni siquiera el mejor cirujano plástico a nivel mundial pudiera arreglarle la masa de hueso, sangre y carne que tendría como cara. Mientras tanto desahogaba parte de mi ira con la mariposa traicionera, cuya manía de minimizar las cosas (Amor, es solo un buen amigo ¿Acaso nunca has tenido una persona que creas idéntica a ti? ¡Es que nos parecemos tanto¡), estaba empezando a sacarme de mis casillas. Las rochosas discusiones a vista de todo el colegio se hicieron tan comunes que ya nadie se preocupaba por saber por que se me veía largarme solo a otro lugar lejos de ella mientras ella iba corriendo donde sus amigas ( algunas alcahuetas consumadas) o a los brazos del sinvergüenza a buscar consuelo. Estaba claro que yo era, para parte de la promoción, la peor basura, el malo de la película. Sentía la hostilidad y los comentarios a mis espaldas, aunque agradecía encontrar a gente neutral o también, a personas dispuestas a escuchar los lamentos desesperados de un mentecato al borde de la locura.
Los meses pasaban, cada vez más rápido y los preparativos para la ceremonia de graduación y la fiesta de promoción se hacia cada vez mas acelerados. Las chicas vivan presas de la angustia mientras buscaban vestido y pareja. La ingrata fiera y yo, desde que comenzamos nuestra relación, habíamos quedado en asistir juntos al evento mas esperado del año. La proximidad de la celebración significo un freno en las discusiones rutinarias que cada vez eran más intensas. Las conversaciones pasaron a girar en torno al color de su vestido y al de mi camisa y corbata. Nunca entendí la excesiva preocupación femenina por esos detalles tan insignificantes, pues yo no tenía problema alguno de asistir con el terno, alguna camisa y corbata al azar que usaba en los tiempos de las ya lejanas fiestas de quince años. Pero tanto mi madre, mis tías y ella, enemigas de mi modo tan practico de ver las cosas, se empeñaron tanto en mi vestuario que no me quedo otra que ceder resignado a ser usado como maniquí de modas.
En los últimos meses del año muchos ya habíamos ingresado a alguna universidad, así que, como imaginaran, el pabellón de quinto de secundaria abundaba en cabezas rapadas, en el caso de los chicos, y mechones de largas cabelleras femeninas, pues ni ellas se salvaban. El fin estaba cerca y nosotros lo sabíamos, solo restaban semanas para egresar de las aulas del Ramírez Barinaga, algunos para no volver y otros, como yo, como visitantes casuales y nostálgicos de un lugar lleno de recuerdos. Las muestras de cariño se hicieron mas frecuentes entre los profesores, los recreos se hacían más cortos y la incertidumbre acompañaba los rostros de cada uno de nosotros. Lastima que no disfrute esos últimos días, la relación con la mariposa traicionera estaba llegando a límites inaguantables para cualquier ser humano.
Llegamos a terminar cerca de cuatro veces en dos meses, (todo un record, en verdad) para volver cada timbre de salida simulando un falso arrepentimiento que ni nosotros mismos llegábamos a creer. Empecé a fumar y a realizar caminatas sin rumbo deteniéndome solo cuando la noche parecía morir. A decir verdad, aun camino cuando se me presenta la oportunidad. Ver el mar de noche, sentir la brisa marina en la cara y respirar con todo el aire para uno solo, sin nadie alrededor que moleste es el mejor ejercicio para un corazón afligido y regocijado en la soledad absoluta. Llegue a bajar algunos kilos y empecé a desarrollar trastornos de sueño. A veces sufría de insomnio y me entretenía contando estrellas desde la ventana de mi cuarto, rodeado de oscuridad; mientras que otras veces dormía como un oso en hibernación. Me sentía desganado y me agotaba con facilidad. Tenía ojeras y andaba encorvado, deprimido y con la mirada en ningún lugar. Podría decirse que estaba propenso a desvanecerme en cualquier momento, a perder la conciencia en medio de la calle. Pero me preocupaba por que nadie lo notase, si algo adquirí en esos tiempos fue a controlar mis emociones. Quizá no con la facilidad con la que lo hago ahora, pero intente parecer sano y normal. Sentía que mi historia con la belle damme sans merci estaba por acabar y de una forma no muy agradable, sin embargo, parecía estar demasiado idiotizado, casi un ser dependiente bajo su sombra. Pero mi culpa era menor que mi estupidez, mi masoquismo era más fuerte que la lucidez y voluntad para librarme de su asfixiante nudo de víbora letal.
Sobreviví las últimas semanas como un fantasma entre la algarabía y el atareo en la promoción. Llego el día de la despedida y yo aun permanecía en ese estado de estupida estupefacción que se había prolongado casi cuatro meses. Como es de esperarse, el día anterior había peleado con la mariposa traicionera y por lo tanto, llegue a mi último día en el colegio con una cara de tragedia digna de un drama “sofocleano”. La vi riendo con Mister G, me dolió. Mis defensas contra su afán destructor habían mermado considerablemente. No la busque, fui directamente hacia mi salón, donde Kathy preparaba su cámara de video para registrar la despedida. No salude a nadie y me desplome en mi carpeta. Algunas personas se me acercaron, me dijeron algo y yo les respondí meneando la cabeza de arriba de abajo en señal de aceptación. Nos llamaron y salimos a los corredores. Separaron hombres de mujeres en dos aulas, seguí al grupo y estuve mirando a la nada por un buen rato hasta que un sonoro “crack” llamo mi atención. Dos chicos de la promoción habían roto una carpeta, mientras otros rayaban la pizarra y algún rincón en las paredes con plumones y tizas de colores. El armario retumbaba por dentro y unos segundos después sacaban a un divertido Juan Casanova que había sido forzado a entrar ahí (aunque “forzado” no es quizá el término adecuado) como ultima broma escolar. Ciertamente, me sentí tentado a unirme al jolgorio de despedida. Quería sacar mi lado vandálico también, para poder mantener mi mente ocupaba en otras cosas. No pude, mi apatía era total.
La voz del megáfono nos llamo a salir, bajamos las escaleras y nos dimos con la sorpresa de que todo secundaria y parte de primaria estaba en el patio dando vítores y aplausos mientras nos ubicaban. Llegamos al centro y nos hicieron pasar tomados de la mano con un niño de inicial para luego sentarnos en sillas adornadas frente al escenario, uno al costado del otro. Solo recuerdo que a mi lado Anais y Melz comentaban enternecidas y entre risas los pormenores de la despedida organizada por el colegio, a veces queriendo invitarme a la conversación (es de suponer que se dieron cuenta de mi estado de atribulación) sin éxito pues yo las escuchaba sin escuchar, desmoronándome en silencio. Terminada la ceremonia, (donde se pudo oír uno que otro sollozo) nos condujeron por todo el colegio a modo de ultimo recorrido del lugar que nos acogió por once fugaces años. Recordé (y creo que todos) el primer día de clases, cuando me negaba a entrar al salón pues me aterraba el barullo y la idea de pasar todo un día solo sin mis abuelos o mi madre. Recordé los primeros recreos cuando conocí a mis primeros amigos, recordé los juegos colectivos (encantados, chapadas, etc.) y el correteo por los patios. Llegamos a los pabellones de primaria donde una ensordecedora algarabía reinaba, contrastando con el silencio sepulcral de las mañanas de clase. Los niños habían suspendido sus labores por un momento para salir a los balcones y los pasadizos con el fin de despedirse de nosotros. Sentí los jalones, las apretadas de mano, vi algunos sonreírme y escuche a un salón entero gritar mi nombre (una de mis tías era profesora de tercero de primaria por lo que los niños de ese salón ya me conocían). Dimos la vuelta por el campo de fútbol, ladeamos el coliseo y llegamos al auditorio donde tendría lugar la tradicional despedida de cuarto a quinto de secundaria.
La ceremonia transcurrió sin mayor sorpresa, excepto cuando pasaron un video recogiendo los mejores momentos de nuestros once años de vida escolar, ocasión en la cual la gran mayoría derramo lágrimas de verdadera añoranza. Por un momento sentí que me había librado del molesto recuerdo de la mariposa traicionera, reí en ciertos momentos, llore con los demás y converse con las personas a mí alrededor. Sin embargo, cuando creía que todo había terminado vino algo que termino por destruir mi ánimo y mandar al tacho los momentos que estaba empezando a disfrutar. Se inicio una divertida premiación que incluía galardones como “el mejor claun”, “la más lady”, “el más estudioso”, “el más payaso” (reñida competencia), “el mejor amigo” y “el mejor en dar excusas”. Todo perfecto hasta ese momento, coreaba nombres y reía con los demás hasta que anunciaron el último galardón del día. Anunciaron la premiación a “La pareja más romántica de la promoción” y me hundí en mi asiento. Pero pensé que era imposible incluso conseguir una nominación teniendo en cuenta que todo el colegio nos veía discutir a diario. La pantalla negra empezó a mostrar las imágenes y me vi a mí y a la mariposa traicionera abrazados en una foto de meses atrás. No ganamos (quedamos en tercer lugar), pero me desmorone por completo. Sentí las miradas a mí alrededor y los murmullos detrás de mí. Mientras la pareja ganadora subía al escenario a recoger el premio yo me desvanecía de dolor y volví a hundirme en el asiento. Si era una broma, era una demasiado cruel, no entendía por que había pasado. La ingrata fiera y yo habíamos vuelto a terminar el día anterior y ahora venían a joderme la vida poniendo una foto de los dos, mientras ella estaba en ese mismo lugar, acompañada del sinvergüenza de Mister G. La ceremonia termino y yo estaba hecho un manojo de nervios, temblaba de rabia y dolor mientras la música sonaba y las parejas se ubicaban en la pista para iniciar el baile de despedida.
Absorto y destrozado por dentro me fui a un rincón oscuro y solitario a aliviar mis penas. Busque algún cigarrillo en mis bolsillos sin éxito, me sentí asfixiado y acosado por la hostilidad de algunos. Trate de controlarme pero no pude, me senté en el rincón, hundí mi cara en mis manos sudorosas y llore. Perdí la noción del tiempo, mis manos estaban empapadas de sudor y lagrimas acidas. Sentí la respiración suave y pausada de dos personas, levante mi llorosa mirada y las vi. Kathy y Adela me miraban con compasión, se sentaron a mí alrededor y sin decir nada me abrazaron fuerte. Llore con más fuerza, pero con alivio. Ellas me hablaban pero no las entendía, solo me importaba que estén allí a mi lado. Trataron de animarme y empujaron a la pista de baile y se movieron alrededor mio. Di algunos torpes pasos, esforzándome por parecer sereno hasta que a lo lejos vi a la mariposa traicionera bailando y riéndose con el indeseable de Mister G. Ellas se dieron cuenta (no los mires, ven baila con nosotras), yo me rehusé y me derrumbe en la primera silla que encontré. Llore de nuevo, ellas aun estaban ahí les pedí que se fuesen, no quería arruinarles la celebración, ellas se obstinaron en quedarse hasta que termino la fiesta.
Salí del colegio lo más rápido que pude, mientras profesores y alumnos se buscaban para darse el abrazo final. No quería ir a mi casa. Tome un camino contrario y camine sin rumbo. Solo me detuve cuando me detuve cuando me di cuenta que me estaban siguiendo. Era ella, quise gritarle y mandarla bien lejos pero calle. Voltee y seguí caminando, ella me siguió, voltee de nuevo y hable.

- ¿Qué quieres? ¿Por que me sigues? ¿No te parece bastante con lo que acaba de pasar? – le increpe.

- No puedo dejar que te vayas así, Raúl; mira como estas, tiemblas, no se que puedes hacer en ese estado. – respondió

A lo lejos, me pareció ver la silueta de Sol dirigiéndose a su casa, la mire de nuevo y le pedí que me dejara en paz. Se negó, seguí caminando ella troto hacia mi y me tomo del brazo. Inmediatamente me solté con fuerza y ella retrocedió temerosa. La mire con rencor, ella retrocedió pero se quedo firme frente a mi. Me voy, le dije. Ya me canse de ser tu perro faldero, tu juguete de segunda mano. Me voy lejos, donde ni tu ni nadie me encuentre.

- Pues no puedo dejarte irte así, estas mal Raúl, deja que me quede un rato cont...

- Deja de fastidiar ¡- le grite.

Ella no se movió, odie su terquedad disfrazada de pura hipocresía. Odie cuando se me acerco y me beso en los labios. Me odie por ser tan débil y no haber sido capaz de terminar con la farsa en ese momento.

8 comentarios:

zol kndida dijo...

wauuuuuuuuu! q FUERT!
I TOAVIA FALTA L DIA D LA FIESTA D PROM!
EZO zi q va a ztar weno!
hey hubieras ido a mi kza!
i hubieramos azaltado mi bar como lo icimoz ac un par d mcs x)

Raul dijo...

jajaja es que en ese momento no tenia ganas de nada :P

PaZ! dijo...

muy bueno u.U
ya kieor leer lo de la fiesta de prom jeje xD

sol dicen que vas a ir a la pucp pronto?

Raul dijo...

va el lunes¡ :P

lo de la fiesta de prom y el final de la historia tendra que esperar hasta el 10 de diciembre, aunque ya escribi el parrafo final de la historia pero tendran que aguntarse nomas :P

PaZ! dijo...

ohhh rayosss..! xq?
xD jajaja

Raul dijo...

porque el 10 de diciembre es la fecha ideal para acabar esta historia. :) es el dia en el que hubiesemos cumplido tres años :P, digamos que es un regalo de paret mia, pero un regalo bien cagon jaja

PaZ! dijo...

ohhhhhhhhhhhh O:
mi entender u.U
jajajaja xD

gafer dijo...

aun falta mucho para el 10 T_T..