viernes, 21 de marzo de 2008

Betrayal butterfly (parte 1)

“Si eres muerte, ¿por que me das la vida?
Si eres vida, ¿por que me das la muerte?”
Manuel Gonzáles Prada
Sucedió hace exactamente un mes (sera así si la fecha de publicación de este post reze 2 de febrero del 2008). Yo, era (aun), por ese entonces, un pobre idiota que creía en promesas de amor, promesas banales y carecientes de sentido, frases absurdas que desaparecían como si se escribiesen en arena.

Ella se fue, partió a otro pistilo cual mariposa traicionera y yo fui el ratón de su ratonera. Ahora y solo ahora me doy cuenta de lo inútil de la relación de casi dos años que tuve con ella. Es verdad, todo fue una vil mentira que mantuvimos (creo yo) demasiado tiempo. Admito que la llore todo un río, pero me vino a la memoria lo que alguien cercano a mi me dijo: “En el colegio no existe el amor, todas son ilusiones”.

Nos conocimos un calido día de mayo hace tres años, uno de aquellos en donde las clases se suspendían por acuerdo unánime y silencioso por ser el ultimo día y la ultima hora de clase del primer trimestre de aquel año tan intenso. Yo, estaba sentado en el rincón mas alejado del salón con mi guitarra dándome aires de bohemio (cosa en la que me estoy convirtiendo ahora), tratando de sacar algunos acordes de los pocos que sabia de la muy cursi canción de Ubago: “A gritos de esperanza”.
No se si decir que todo fue “amor a primera vista”, sin embargo no puedo negar que había algo, algo extraño y nuevo para mi. “¿Que estas tocando?”, me pregunto Vanesa como quien no quiere la cosa. Ella, a su costado me miraba tímida y no se atrevió a hablar hasta que salimos al patio 30 minutos antes que toque el timbre de salida. “Toca esa canción, la del salón.” Así empezó todo, entre canciones y conversas de temas sin importancia iniciamos una relación de amor- odio la cual duro unos poco meses para dar paso después al pseudo enamoramiento del cual salí vilipendiado, maltrecho y agonizante.

Eran las 23: 00 horas con 50 minutos del 10 de diciembre del mismo año, la fiesta había comenzado y ella me llevo a un lugar aparte para conversar. Hablamos de tonterías por un momento y luego de un momento nos mirábamos fijamente y sin decir ni una palabra; en medio de la pista de baile y a la vista de todos los presentes. Ella se acerco mas y me dijo “Tengo que decirte algo”, a lo que yo respondí con un lacónico, “Que pasa”. “Tu me gustas mucho”, en ese momento sentí un vértigo tremendo y confieso que estuve a punto de caer de espaldas, pero solo la mire fijamente y le pregunte “¿Como se que no estas jugando conmigo como siempre lo haces?” (Merde la fregué no debí decir eso), “No se, tu dime como quiere que te lo demuestre”, entonces me arme de valor y le respondí “Bésame”. Ella me miro unos segundos, fijamente con esos ojos en donde dormía todo el universo, me tomo del cuello y me dio el beso del cual me arrepentiré mi vida entera. El mundo desapareció, solo éramos ella, yo y la fresca luna de verano sobre nosotros. Cuando termino nos abrazamos fuertemente y con las manos entrelazadas nos dispusimos a disfrutar de lo que quedaba de la fiesta.

Ese día no dormí, camino a casa me mantuve en un trance casi místico. Pensé en ella, mi “Donna Angelicatta”, ella, quien me había dado la mejor noche de mi monótona y tan conformista vida. Ella, que con el tiempo se convertiría en mi maldición y en la catástrofe que me dejaría damnificado de por vida. El huracán llevaba su nombre y yo no me daría cuenta hasta que fuese demasiado tarde...

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