miércoles, 29 de octubre de 2008

Delirio (parte 1)


Exhaló de nuevo, esta vez cerrando los ojos, tratando de apaciguar el frenético ritmo de los latidos de su corazón. Sin embargo, sintió como la bestia volvía a arremeter; esta vez con más fuerza. Empezó a temblar, la mirada fija en el techo; un sudor frío recorría cada centímetro de su cuerpo, humedeciendo también el amasijo de sabanas que cubrían el catre. Permanecía ahí, inmóvil y boca arriba los ojos abiertos hacia algún punto indefinido pero fijo en esa selva de luces eternas que era el cielo. Había perdido ya la noción del tiempo aunque suponía que ya debía de haber pasado algo más de cuatro horas desde la primera lucha. Sus ojos ya se habían adaptado a la oscuridad total del dormitorio, veía negro por todos lados. Solo el tenue reflejo de un rayo lunar que se colaba por su ventana reflejando un rectángulo diagonal justo donde su cabeza reposaba inerte sobre la cama, también bañada por un costado por aquel flujo plateado, le hacia notar la palidez extrema y casi sepulcral de su piel. Cerró los ojos de nuevo y volvió a inhalar, sintió el aire llenándole los pulmones de nuevo pero no pudo prevenir el jalón vertiginoso del que fue presa. Se sintió caer, pero hacia arriba, sintió la sangre hirviente quemándole el sistema circulatorio, oyó el rugido de la bestia y supo que estaba por comenzar. Trato de serenarse, de volver a inhalar pero ya estaba posesionándose de sus sentidos. Su voluntad de calma se vio desplazada por el instinto feroz y la arremetida colosal del animal por muchos años prisionero.
Cuando abrió los ojos tuvo que hacer un gran esfuerzo por adaptar sus ojos al brillo solar que le había empezado a abrasar la piel. Se paro y solo en ese momento se percato que no tenía nada encima. Desnudo y cegado aun por el disco eterno de arriba tampoco noto la espesa vegetación a su alrededor. Se paro tanteando con las manos algún posible lugar donde aferrarse; camino a tientas, tropezando inconcientemente pues la ceguera del despertar aun no se había disipado del todo. Solo cuando noto la humedad de la arena bajo sus pies supo que estaba a la orilla de un manantial. Ansioso sumergió sus manos en el agua de espejo y se lavo la cara y todo el cuerpo; bebió casi ahogándose y cayó dormido de nuevo.

3 comentarios:

PaZ! dijo...

genial.... genial...genial..!!!!
lo amee u_U

Raul dijo...

jaja cuando lo termine y lo lei no me convencio mucho demasiado disfuerzo y misterio pero ok lo continuare :D

PaZ! dijo...

ye..! :D