lunes, 20 de octubre de 2008

Betrayal butterfly (parte 9)


“Me enamoré no perdida, sino perdedoramente…”

Raúl Mendizábal


La mariposa se despidió de mí con un largo beso en los labios. Eran las 7 de la noche del sábado nueve de diciembre del 2006, habíamos “celebrado” nuestro primer y último aniversario un día antes de la fecha oficial debido a que el lunes comenzaban los exámenes finales del colegio. Las calles estaban llenas de melosas parejas que pululaban alrededor del Parque de la Amistad, como si no hubiera otra cosa más productiva que hacer en una virginal y fresca noche sabatina.

Quería que la acompañase a una fiesta de quince años que se celebraba ese mismo día, pero me negué puesto que no conocía a la agasajada y, además, por unas ganas increíbles de dormir que habían aparecido de un momento a otro. Ese fue (y perdón por el cliché) el principio del fin de nuestra infructuosa relación, pues allí conocería a Mister G (así denominaremos al serrucho, el otro, etc.), quien junto con la belle damme sans merci, serian los encargados de joderme el último año en el colegio.

A veces pienso que si hubiera dejado de lado mi usual desgano y hubiera aceptado la invitación, hubiese podido evitar que se conocieran y, ergo, que mi catástrofe emocional nunca llegara. Sin embargo, pareciera ser que de una u otra forma dicho encuentro, asistiera o no a la fiesta, tendría que pasar alguna vez; puesto que al publicarse las listas de los salones de quinto de secundaria la ingrata fiera, en el primer recreo del primer día de clases, me comentaría emocionada acerca del reencuentro con el indeseable número dos.

- ¡No sabes con quien me encontré hoy ¡ ¿te acuerdas del chico que conocí en el quino al que no fuiste? ¡Esta en mi salón ¡Es tan chistoso, ni te imaginas como me río con él, es tan lindo... ¡ - exclamaba, mientras yo escuchaba indiferente, abstraído en la alharaca causada por un grupo de chicas de un grado menor quienes jugaban a echarse agua unas a otras como modo efectivo de llamar la atención de los chicos que transitaban por ahí, especialmente de los de la promoción.

En ese momento no mostré síntoma alguno de celos. A pesar de tener sobradas razones para reclamarle su falta de tacto al hablar de su “maravilloso nuevo mejor amigo”, me callé, como todo un hueverto , mis ganas de poner las cosas en orden; cosa que tampoco hice meses atrás, durante las vacaciones de verano, cuando en la academia donde mis papás me matricularon en contra de mi voluntad (para que, según ellos, invirtiera mi tiempo en algo valioso) conocí a una chica por la que la mariposa traicionera hizo la escena de celos más grande que puedan imaginar.

Resulta que en una ocasión que salimos de clases un poco más tarde de lo usual ella me pidió que la acompañase a la casa de una amiga suya pues ya era bastante tarde (alrededor de las 9 de la noche, sin mal no recuerdo) y le atemorizaba un poco transitar a esas horas por esas solitarias calles. Yo, como el caballero que soy, acepté gustoso pues la casa de la chica estaba en una ruta alternativa a la mía. Conversamos de cosas fútiles, riéndonos por tonterías y luego de unos minutos ella se despedía de mí con un beso en la mejilla, haciéndome adiós con una de sus manos.

Unos días después, apenas la sentí del otro lado de la línea cuando la llame para saber como estaba, supe que una furia inconmensurable, un huracán de hembra cegada por los celos estaba a punto de explotar. Ella gritaba y gritaba emitiendo berridos de animal salvaje, frases ininteligibles entre las que pude entender “¿me crees idiota?”, “¿quién es esa?”, “me has decepcionado”, etc; hasta que al final, antes de cortar la comunicación sin dejarme decir ni una palabra en defensa propia, en un de un acto de cobardía memorable dijo: “esto se acabo, no me llames más, no quiero saber nada de ti.”

Me dejo helado. No pude hacer otra cosa que esperar a que los ánimos se calmen hasta que luego de media hora de angustiosa espera me decidí a llamarla de nuevo, arriesgándome a otra rabieta de hembra furibunda. Su celular estaba apagado así que llame a su casa. Levantó el auricular y corto. Trate otra vez, contesto y con voz todo el rencor que podía conjurar en una sola frase me mando bien lejos. Hice un último intento y logré que aceptara un encuentro conmigo, en su casa.

Cuando me abrió la puerta sentí inmediatamente el ambiente hostil a mí alrededor. Nos sentamos en los cómodos sillones verdes quedando uno frente al otro. Entonces empecé con mi convincente argumentación, explicándole que había pasado y que no era cierto acerca de los chismes que se tejían en torno mio. Ella se hacia la de oídos sordos, se negaba a considerar mi palabra antes que la de los demás, insistí de nuevo revalidando todo lo que había estado diciendo acerca de la confianza, comunicación y demás babosadas a las que recurre todo huevón que ha perdido la cabeza por amor.

Tras muchos intentos que me condujeron casi al vergonzoso ruego de rodillas y un súbito arranque de ira que me llevo casi a largarme de su casa jurando nunca volver y cerrarle la puerta en la cara ella descuido sus defensas. Me abrazo y luego de la estupida excusa de siempre (“perdóname, es que tengo miedo de perderte”) se recostó en mi regazo mientras yo sentía como mi pulso volvía a su ritmo habitual.

¿Debo agradecerle a Mister G que me haya librado de la inaguantable presencia de la mariposa traicionera? Quizá haya sido lo mejor después de todo, quizá su llegada fue el inicio de mi redención; una redención que, en palabras de Winston Churchill, costo sangre, sudor y lagrimas. Pero fue también que, por obra y gracia de ellos mi último año en el colegio, ese al que todos recuerdan con especial cariño y nostalgia fue para mi el peor de todos los de mi corta vida reciente. Si de algo me arrepiento, casi once meses después de haber egresado del Ramírez Barinaga, es de no haber compartido esos momentos con aquellas personas verdaderamente importantes para mí. Mis amigos estuvieron ahí todo el tiempo, pero yo cegado (o idiotizado por eso que muchos llaman “amor”), no les di el tiempo necesario; por querer evitar lo inevitable termine por estar más solo que antes.

9 comentarios:

zol kndida dijo...

FUCK! primo m matas!!
TIPIKO error d parejas q JURAN Q TIENE Q STAR TODOS LOS COXINOS RECREOS JUNTOS xD
jeje
ai primo...
dale adlant q TODAVIA FALTAN 3..!!
[i contando =D..!]

PaZ! dijo...

muy buen final... aunq el post me sono a media pisades de parte de alguin pero buenooo ya veremos lo q sigue =)

Raul dijo...

que es "media pisades de parte de alguien?

PaZ! dijo...

esta bien lo dire.... que eras un pokito pisado.... xD

Raul dijo...

pta... pa que te digo que no si si? no sabes que verguenza me da xD pero por eso ahora las relaciones sentimanetales no van conmigo :P no creo en el matrimonio si en la convivencia :P

PaZ! dijo...

naa que eres un toke radical.. xD
pero bueenoooo eso del matrimonio... uno comienza a creer que no es lo mejor... u_U
jajajaja :P

Raul dijo...

cierto¡ es mejor estar solo que mal acompañado :P

PaZ! dijo...

es verdad :P

Fraaraco dijo...

asu mare tio enserio cada ves q continúo con esta imparable lectura... noto q te refieres con más rabia y con un rencor guardado hacia eia! claro dicha actitud la pueod entender el dejar de escribir durante un mes o tiempos similares! como si guardaras toas tus frases y emplearas las mas fuertes pa demostrar el tremendo odio q sentias x eia, el cual no creo sientas más no? sino serias... PISADO! jaja (naa man solo joda)

peor weno ya toy con sueñito jeje aunke recien son las 0244 horas y solo apenas 2h 30' q deje vuestra casa, de donde x suerte no sali mojao de cerbeza!! jeje XD

NOTA: era pa una caja mas px!